Saudade

"Saudade" por Miguel Falabella
Agarrarse el dedo con una puerta duele.
Golpearse la cara contra el piso, duele.
Torcerse el tobillo, duele.
Una bofetada, una trompada, un puntapié, duelen.
Duele golpearse la cabeza con el borde de la mesa, duele morderse la lengua, una carie y piedras en los riñones también duelen.
Pero lo que mas duele es la saudade.
Saudade de un hermano que vive lejos.
Saudade de una cascada de la infancia.
Saudade del gusto de una fruta que no se encuentra más.
Saudade del papá que murió, del amigo imaginario que nunca existió...
Saudade de una ciudad.
Saudade de nosotros mismos, cuando vemos que el tiempo no nos perdona.
Duelen todas estas saudades.
Pero la saudade que más duele es la saudade de quien se ama.
Saudade de la piel, del olor, de los besos.
Saudade de la presencia, y hasta de la ausencia consentida.
Vos podías quedarte en la sala, y ella en el cuarto, sin verse, pero sabiéndose ahí.
Vos podías ir para el dentista y ella para la facultad, pero se sabían allí.
Vos podías pasar el día sin verla, ella el día sin verte, pero sabían del día de mañana.
Pero cuando el amor de uno acaba, o se torna menor, al otro le sobra una saudade que nadie sabe como detener.
Saudade es básicamente no saber.
No saber más si ella continúa sufriendo en ambientes fríos.
No saber si él continúa sin afeitarse por causa de aquella alergia.
No saber si ella todavía usa aquella mini.
No saber si él fue a la consulta con el dermatólogo como prometió.
No saber si ella se alimentó bien últimamente por causa de esa manía de estar siempre ocupada.
Si él estuvo yendo a las clases de inglés, si aprendió a entrar en la Internet y encontrar la página del Diario Oficial.
Si ella aprendió a estacionar entre dos coches.
Si él continúa prefiriendo la cerveza oscura.
Si ella continúa prefiriendo jugo de naranja.
Si él continua sonriendo con aquellos ojitos apretados...
Si ella sigue bailando de aquella forma enloquecedora...
Si él continua cantando tan bien.
Si ella continua detestando Mc Donald's.
Si él continua amando.
Si ella sigue llorando hasta en las comidas.

¡Saudade realmente es no saber!
No saber que hacer con los días que son más largos, no saber como encontrar tareas que detengan el pensamiento, no saber como frenar las lágrimas al escuchar esa música, no saber como vencer el dolor de un silencio...
Saudade es no querer saber si ella está con otro, y al mismo tiempo querer.
Es no saber si él está feliz, y al mismo tiempo preguntar a todos los amigos por eso...
Es no querer saber si él está más flaco, si ella está mas linda.
Saudade es nunca más saber de quien se ama, y mismo así doler.
Saudade es esto que sentí mientras estaba escribiendo y lo que vos, probablemente, estés sintiendo ahora después de leer...
'En alguna otra vida, debemos haber hecho algo muy grave para sentir tanta saudade...'

El remedio es peor que la enfermedad.

Me prometí a mi misma no escribir sobre vos. No porque no quisiera gritar a los cuatro vientos todo lo que siento, sino porque sé que todo tiene un final, y que todo aquello que se escriba queda grabado, guardado, archivado, en algún lugar, y eso significa que cuando aquello acaba siempre se puede volver a releerlo y recordar lo que sentías en ese momento. Exacto, en ese momento. Lo que pasó, lo que no volverás a sentir. Eso es más doloroso que no escribir, mejor dejar que la mente haga su trabajo y vaya borrando recuerdos para crear otros, y que el dolor sea menos fuerte.
Viví  mucho tiempo aferrada al dolor, a la melancolía, a la nostalgia, todo por escribir una y otra vez lo que me pasaba, lo que sentía, y releer una y otra vez, hasta que decidí dejar de escribir para dejar de sentir.
Pero esta vez es diferente.
Esta vez necesito escribir, necesito guardar en algún lugar, todo lo que me hiciste sentir, porque a diferencia de otras veces, esta vez no te reprocho nada, no a vos. Esta vez no voy a escribir desde el dolor sino desde el amor, voy a escribir sobre aquello que me hizo volver a sentirme viva.

Mintiéndome.

¿Cuánto tiempo más voy a seguir mintiéndome? ¿Cuánto tiempo más voy a seguir creyéndome mis mentiras?
Porque es eso. Es creer en mis propias mentiras. Es mentirme a mí misma. A nadie más.
Las mentiras tarde o temprano siempre terminan, siempre destruyen algo, siempre lastiman.
Nada bueno se saca de la mentira.
Creemos que mintiendo vamos a ser felices, vamos a solucionar las cosas, vamos a arreglar o cambiar lo que la verdad no puede.
La mentira es mentira en sí misma. La mentira no existe.
No es nada más que la no verdad. Es intentar tapar el sol con la mano. Negar la realidad.
La mentira tiene patas cortas.
La mentira solo es como un reloj de arena, una cuenta regresiva que puede tardar más o menos, pero que siempre termina.
¿Por qué mentirme a mí misma? La verdad está escrita, es única. Es lo único verdadero.
¿Para qué seguir mintiéndome si solo estoy aceptando la verdad?
Al mentir confirmamos la verdad. La tomamos, la abrazamos, nos hacemos amigos, nos acostumbramos.
Al mentir no nos engañamos a nosotros mismos, ni a nadie, porque todo lo que hacemos es aceptar la verdad, aceptar que es cruel, que duele, que lastima, más que la mentira.



I feel like there’s a genuine hole in me. The little death, almost. I need stimulation. I used to need physical stimulation constantly, whether that be from listening to the sound of my own voice, or flirting with guys or girls. I’m not bisexual, but that moment when you realise someone likes you – it’s the best feeling in the world. If you could bottle it… Do you like me?

Abzurdah.

Me resulta imposible no fotografiar, resaltar, anotar, buscar frases de Abzrudah. Es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos. Es como una Biblia, un reflejo de lo más oscuro de mi interior. Me identifica. Dice quien soy mejor que yo misma.
Siempre estaba a punto de leerlo, quería hacerlo pero me daba miedo, miedo de no saber como tomarlo, miedo de leerlo. Hasta que me sentí con la edad, madurez y desesperación suficiente para hacerlo.
Tuve miedo de pedírselo a mi mamá, o de comprarlo y que me viera leyéndolo. Si, soy muy miedosa ¿vieron? por eso lo descargué ilegalmente en internet, y prácticamente lo devoré. Me pasé madrugadas leyéndolo y tragándome las lágrimas.
Necesitaba leerlo, era lo que necesitaba.
Mientras lo leía llegó la época donde se realizaba la Feria anual del Libro, en Buenos Aires, y Cielo Latini, la autora, estaría firmando ejemplares. Llena de inseguridad, por estar leyéndolo por primera vez, ilegalmente, y sin un ejemplar digno de ser autografiado, le pedí a mi mamá que me acompañe. Si. Vencí mi miedo del ¿qué dirá? y le conté que lo estaba leyendo, aunque estoy segura que ni siquiera imagina la mitad de lo que significa ese libro para mí.
Fui. La conocí. Me firmó el libro que compré ese mismo día. La saludé. La abracé y me saqué una foto. A pesar de las horas de cola, de los nervios y vergüenza, de la conjuntivitis que estaba dejando, pude conocer en persona a la autora de una historia autobiográfica y que me identifica en muchas oportunidades.
Y creo que ésa es la clave: que todos los que leen Abzurdah pueden identificarse en algo, aunque sea mínimo... todos pasamos por algo, ella lo pasó todo.
Las diferencias con sus viejos, las mías con los míos. Los problemas alimenticios, psicológicos, amorosos. Todos me identifican y los que no los adapto a situaciones de mi vida, o me pongo en sus zapatos, lo vivo en carne propia.
Es más que un libro, es parte de mi vida relatada por otra persona, es un nexo que une a muchas personas. Es mi historia. Soy yo. Soy abzurdah.


Tengo un pensamiento bastante pesimista.
Siempre que estoy muy feliz o que la vida me sonríe pienso que se me va a acabar la alegría pronto. Es inevitable. Y lo peor es que siempre sucede. Mi felicidad siempre conlleva una caída, y cuanto más feliz estoy, peor es la caída, porque después de tanta felicidad viene algo terrible. Y es enserio. Siempre me pasa. Tengo miedo de ser feliz, porque se que me va a durar poco. Porque cuanto más feliz soy, después más lloro.
Y no puedo hacer lo contrario, no puedo ver que después de tanto sufrimiento viene la felicidad, la calma. No lo veo así. Veo todo negativo, porque cuando me va mal parece que es el fin, no pienso que las cosas van a mejorar. Es un círculo vicioso. Es blanco y es negro.


Cinco sentidos.

Tengo una peculiar forma de recordar las cosas, las recuerdo a través de los sentidos. Supongo que es como todos lo hacemos, pero en lo personal, recuerdo las cosas claramente cuando vuelvo a sentir algo parecido.
Siempre me gustó estar alerta con mi olfato, oler un perfume, un olor, y así recordar algún momento en que haya sentido lo mismo. También lo hago con el tacto, un día cálido, una brisa sobre mis brazos, el viento despeinándome, el calor agobiante, todo me trae algún recuerdo. El gusto, probar alguna comida y que inmediatamente me transporte al momento en que la estaba comiendo o la persona que la cocinó. Un sonido, una melodía, una canción, soy capaz de recordarlo con lágrimas en los ojos si es que fue un recuerdo muy preciado o algo que haya significado mucho para mí y volver a recordarlo con un sonido. Y las imágenes, nada más y nada menos que la vista, el ver algo y reconocerlo, que te traiga recuerdos, y a su vez esos recuerdos se sienten vivos, como si pasaran en el preciso momento en que lo estás recordando.
Todos mis recuerdos pasan por mis sentidos, siento lo recuerdos.


Alguien que me quiera.

Quiero sentirme querida, quiero que alguien me mire y piense que soy linda, quiero que alguien me abrace, me bese y que no esté mintiendo o fingiendo. Quiero alguien que me quiera.
¿Tan difícil es encontrar alguien que me quiera? al parecer sí. No soy buena para nadie, siempre me quedo a mitad de camino, nunca soy suficientemente buena en algo, siempre en la mitad, ni muy muy ni tan tan. No me distingo en nada, no tengo talento para algo y todo lo que hago pasa desapercibido.
Quiero ser buena, quiero ser la indicada, quiero ser esa que alguien quiere, quiero ser correspondida, quiero que me quieran y me cuiden y sobre todo que no me lastimen.
Y nada de lo que haga va a ser suficiente, siempre habrá alguien que lo haga mejor, alguien que sea mejor que yo, y de eso no me quejo, me quejo de mí misma, por no poder ser suficiente, por no destacarme, por no poder superarme.
Me es muy difícil quererme y valorarme, y es como dicen todos, hay que quererse a uno mismo para que los demás nos quieran ¿y cómo se hace? ¿cómo se quiere a uno mismo cuando ni siquiera hay motivos para quererse? porque cada vez que me reviso encuentro nuevos defectos, o defectos que siempre estuvieron y recién los descubro.
Necesito alguien que me vea, que piense que soy diferente, que soy especial, alguien que me haga sentir querida, valorada, alguien que no sea como yo.

Perdida.

No se como empezar a escribir, y supongo que voy a terminar escribiendo cualquier cosa y en realidad no voy a decir nada de lo que quiero decir.
Siento un nudo en la garganta, y otro en el estómago. Siento un vacío que me llena completamente. Siento una presión en el pecho que me impide respirar. Me siento débil, tiemblo, y apenas puedo caminar, tambaleándome de aquí para allá.
Así me siento con todo lo que me está pasando, y aún así es indescriptible. Las palabras que usé son solo comparaciones. Porque en realidad no encuentro el sentimiento correcto ni las palabras correctas para explicar tanta soledad, tanta angustia, tanta desesperación.
Y me siento perdida, vacía, herida, lastimada. Siento que dejé de existir hace tiempo, no me quiero yo, no me quiere nadie. No me aguanto, no me aguanta nadie.
Estoy irritable, me desespera la gente y las lágrimas se esfuerzan por salir, sin temor de aparecer en público, en un colectivo, en la calle o en el medio de una clase. Y me esfuerzo por contenerlas, por desatar lentamente el nudo en la garganta, por buscar el aire que le hace falta a mis pulmones, por sonreír y sacar fuerzas de donde no tengo para continuar luchando.
¿Hasta cuando? ¿Hasta cuando voy a tener que luchar? No sirve de nada, porque es una batalla perdida, una tras otra, es una goleada en mi contra, es una definición por penales entre la felicidad y la angustia, por no decir otra cosa.
Y estoy completamente sola, peleando contra viento y marea. Sola porque mis viejos se fugaron, se cagan en mí, se cagan en todo esto que me pasa por culpa de ellos. Se cagan en mis ataques, en lo que escondo, en lo que me guardo, en lo que no digo. Se cagan en todo, como todos. Como los que se hacen llamar amigos pero solo te hablan cuando necesitan algo, solo hablan ellos, ese es el problema. Hablan y hablan pero no escuchan, no ven.
Tampoco pido que me salven, porque hace rato me hundí y nadie va a poder salvarme. Ya es demasiado tarde para hacer algo por mí, pero me sigue doliendo, me sigue doliendo que todos se caguen en mi, cuando yo di todo por ellos, cuando intenté ser la mejor hija, hermana, amiga, cuando estuve para todos. Ahora que necesito un abrazo, una palabra, nadie está. Tengo una máquina frente a mí, tengo música, tengo lágrimas pero estoy sola. Solo que esta vez no tengo tanta fuerza para seguir luchando.

Liar.

No se como empezar, ya empecé y borré una y otra vez.
Ser sincera me asusta. Escribir me asusta, porque cuando escribo estoy expresando lo que pienso, y lo que pienso es eso que me asusta. Me asusta tanto como hablar, por eso no hablo. Porque tengo miedo de escucharme.
Y por eso borro lo que digo, por eso me callo. Por eso sigo diciendo que estoy bien.
Y no es así.
Nada está bien.
Nadie sabe como me siento, nadie sabe que es lo que me pasa, y a veces creo que ni yo se como estoy. Pero si de algo estoy segura es que esa persona que ven todos, ésa no soy.
No soy la amiga que mis amigos ven, no soy la alumna que los profesores ven, no soy la hija que mis papás ven, no soy la hermana que mi hermana ve, no soy la nieta que mi abuelo ve.
Y me asusta que me descubran, me asusta decepcionarlos y por eso cada día me disfrazo más, maquillo mis emociones tanto como mis pestañas. Me pinto una sonrisa como me pinto las uñas. Me seco las lágrimas como me seco el pelo. Y empiezo la función.
A esta altura debería ser una actriz de primer nivel porque, la verdad, ya perdí la cuenta de hace cuanto estoy fingiendo. Pero me acostumbré, me acostumbré a tener tantas personalidades como personas que me conocen.
Si, tal vez soy una falsa, una hipócrita y me voy a quedar sola cuando me descubran, pero es un riesgo que debo correr. Mientras dure, todo está bien.
Porque si de algo se es de sonrisas, sonrisas que disimulan hasta la más grande mentira. Se de pañuelos para tapar heridas, de palabras para decir mentiras y se de comidas sin comer. Se de todas esas cosas, cosas que aprendí con el tiempo y que sin ellas no se que haría.
Me volví en mi peor pesadilla, me volví en la villana de cualquier película.
No exagero, esta vez no miento.