Abzurdah.

Me resulta imposible no fotografiar, resaltar, anotar, buscar frases de Abzrudah. Es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos. Es como una Biblia, un reflejo de lo más oscuro de mi interior. Me identifica. Dice quien soy mejor que yo misma.
Siempre estaba a punto de leerlo, quería hacerlo pero me daba miedo, miedo de no saber como tomarlo, miedo de leerlo. Hasta que me sentí con la edad, madurez y desesperación suficiente para hacerlo.
Tuve miedo de pedírselo a mi mamá, o de comprarlo y que me viera leyéndolo. Si, soy muy miedosa ¿vieron? por eso lo descargué ilegalmente en internet, y prácticamente lo devoré. Me pasé madrugadas leyéndolo y tragándome las lágrimas.
Necesitaba leerlo, era lo que necesitaba.
Mientras lo leía llegó la época donde se realizaba la Feria anual del Libro, en Buenos Aires, y Cielo Latini, la autora, estaría firmando ejemplares. Llena de inseguridad, por estar leyéndolo por primera vez, ilegalmente, y sin un ejemplar digno de ser autografiado, le pedí a mi mamá que me acompañe. Si. Vencí mi miedo del ¿qué dirá? y le conté que lo estaba leyendo, aunque estoy segura que ni siquiera imagina la mitad de lo que significa ese libro para mí.
Fui. La conocí. Me firmó el libro que compré ese mismo día. La saludé. La abracé y me saqué una foto. A pesar de las horas de cola, de los nervios y vergüenza, de la conjuntivitis que estaba dejando, pude conocer en persona a la autora de una historia autobiográfica y que me identifica en muchas oportunidades.
Y creo que ésa es la clave: que todos los que leen Abzurdah pueden identificarse en algo, aunque sea mínimo... todos pasamos por algo, ella lo pasó todo.
Las diferencias con sus viejos, las mías con los míos. Los problemas alimenticios, psicológicos, amorosos. Todos me identifican y los que no los adapto a situaciones de mi vida, o me pongo en sus zapatos, lo vivo en carne propia.
Es más que un libro, es parte de mi vida relatada por otra persona, es un nexo que une a muchas personas. Es mi historia. Soy yo. Soy abzurdah.


Tengo un pensamiento bastante pesimista.
Siempre que estoy muy feliz o que la vida me sonríe pienso que se me va a acabar la alegría pronto. Es inevitable. Y lo peor es que siempre sucede. Mi felicidad siempre conlleva una caída, y cuanto más feliz estoy, peor es la caída, porque después de tanta felicidad viene algo terrible. Y es enserio. Siempre me pasa. Tengo miedo de ser feliz, porque se que me va a durar poco. Porque cuanto más feliz soy, después más lloro.
Y no puedo hacer lo contrario, no puedo ver que después de tanto sufrimiento viene la felicidad, la calma. No lo veo así. Veo todo negativo, porque cuando me va mal parece que es el fin, no pienso que las cosas van a mejorar. Es un círculo vicioso. Es blanco y es negro.